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natal y tránsitos del dia e su muerte
Luis XV de Borbón (Saint-Germain-en-Laye, 15 de febrero de 1710 – Versalles, 10 de mayo de 1774), conocido en francés como Louis XV dit le Bien-Aimé ('Luis XV el Bien-Amado'), fue el rey de Francia y de Navarra entre los años 1715 y 1774.
Biografía
Heredó el trono de su bisabuelo, Luis XIV, tras sobrevivir milagrosamente a la muerte de toda su familia y fue amado por los franceses al comienzo de su reinado; sin embargo, con el tiempo, su incapacidad para reformar la monarquía francesa y su política entreguista en el escenario europeo le hicieron perder el apoyo de su gente, acabando sus últimos días como uno de los reyes más impopulares de Francia.
Luis XV es el rey con la personalidad más ambivalente en la historia de Francia. Aunque ha sido calumniado por los historiadores, recientes estudios demuestran que en realidad era muy inteligente y dedicado a la tarea de gobernar uno de los reino más extensos de Europa, defendió sus intereses internacionales con base en el espionaje y la diplomacia; entre sus destacados espías se halla el enigmático Carlos Genoveva de Eón, que trabajó ya como varón, o como mujer sin ser descubierto.
Pese a todo, su indecisión, estimulada por su conocimiento de la complejidad de los problemas pasados, así como su profunda timidez, escondidos tras una máscara de rey imperioso, explican los pobres resultados obtenidos durante su reinado. En muchos sentidos, Luis XV fue un precursor de los soberanos burgueses del Romanticismo: aunque interpretó obedientemente el papel de rey imperial, legado por su bisabuelo Luis XIV, en realidad no apreciaba más que su vida privada lejos de toda pompa y ceremonia. Habiendo perdido a su madre cuando era solo un niño, siempre anheló una presencia maternal y tranquilizadora, la cual trataba de encontrar en la compañía íntima de mujeres, por las que fue difamado durante y después de su vida.
El niño milagro
Luis XV nació en el Palacio de Versalles el 15 de febrero de 1710, mientras su bisabuelo, Luis XIV, todavía se encontraba en el trono. Era el hijo de Luis, duque de Borgoña y María Adelaida de Saboya. María Adelaida era una mujer muy vivaz y el principe Luis sentía un especial afecto por ella. La joven pareja, profundamente enamorada (algo inusual en la corte real de Versalles), había rejuvenecido la corte del anciano rey y se convirtió en el centro de atención de Versalles. Luis XV tenía un hermano, Luis duque de Bretaña, que era tres años mayor. El duque de Borgoña era el hijo mayor de Luis, el Gran Delfín, que era el hijo único de Luis XIV. El duque de Borgoña tenía dos hermanos más jóvenes: Felipe, duque de Anjou, pronto sería confirmado como Felipe V de España, y Carlos de Borbón duque de Berry. Así, en 1710, a Luis XIV no le faltaban descendientes varones: un hijo, tres nietos y dos bisnietos de su nieto mayor.
Sin embargo, sucesos dramáticos alteraron la composición de la familia real. En 1700, el duque de Anjou se convirtió en rey de España bajo el nombre de Felipe V, heredando la corona de su abuela, esposa de Luis XIV y princesa de España. En la Guerra de Sucesión Española que siguió, Felipe V tuvo que renunciar a todos sus derechos al trono francés. Inglaterra estaba poco dispuesta a una posible unión de España y Francia bajo un único rey en un futuro. La renuncia de Felipe V no era un gran problema para Luis XIV, ya que tenía muchos otros descendientes varones. En abril de 1711, el delfín de Francia murió repentinamente, y el duque de Borgoña pasó a ser el heredero al trono. Un año más tarde, la enérgica María Adelaida de Saboya contrajo la viruela, falleciendo el 12 de febrero de 1712 para consternación de Luis de Francia .El duque de Borgoña, desconsolado por la muerte de su esposa, murió una semana después por la misma causa. Sus hijos habían contraído también la enfermedad: el mayor, duque de Bretaña, fue sangrado repetidas veces por los doctores; acabó muriendo el 8 de marzo de 1712. Su hermano pequeño, Luis XV, fue salvado por su institutriz, Madame de Ventadour, que prohibió rotundamente sangrar al infante y cuidó de él personalmente durante su enfermedad. Finalmente en 1714, el duque de Berry, tercer hijo del delfín de Francia, fallecía.
De esta manera, Luis XIV había perdido cuatro descendientes varones en solo tres años, y el destino de la dinastía recaía en la supervivencia de un niño de cuatro años. Si no sobreviviese, la corona pasaría a Felipe de Orleans, el sobrino de Luis XIV, y el primo del anterior delfín de Francia. Sin embargo, parecía bastante probable que Felipe V de España hubiera denunciado el tratado por el que renunció a la corona de Francia, y que una gran guerra en Europa, así como una guerra civil en Francia, hubiera estallado con seguridad. Al joven descendiente se le inculcó la gran responsabilidad que recaía en su persona, y su vida fue cuidadosamente vigilada. Más aún al quedar huérfano, sin hermanos vivos ni tíos (excepto Felipe V que se encontraba en Madrid, y al que no conocería nunca), y sin primos (de nuevo, excepto aquellos en Madrid). En este contexto familiar se forjó buena parte de la personalidad del rey.
La regencia del duque de Orleans
Hacia finales de agosto de 1715, Luis XIV se estaba muriendo de gangrena. El 26 de agosto llamó a su bisnieto de cinco años, Luis, a su lado, y le dijo estas palabras que pasarían a la historia: «Hijo mío, vas a ser un gran rey. No imites mis gustos por construcciones y guerras. Al contrario, trata de tener paz con tus vecinos. Vuelve a Dios lo que le pertenece; reconócele las obligaciones bajo las que te encuentras; haz que tus súbditos lo honren. Sigue siempre buenos consejos. Trata de solventar el sufrimiento de tu pueblo que me aflige al no poder solucionar. (...)». Seis días después, el hombre que había gobernado Francia durante más de 70 años murió, y Luis XV fue coronado como el nuevo rey.
En agosto de 1714, un año antes de que muriera, Luis XIV había expresado su voluntad de conceder un papel prominente en la siguiente regencia a dos hijos que habían nacido de su anterior amante, Madame de Montespan, que había sido desde entonces legitimada; los dos hijos se conocían por Luis, duque de Maine y el conde de Toulouse. Al legitimar sus hijos bastardos, Luis XIV trataba de remediar la muerte de la mayor parte de sus herederos varones en los tres años anteriores, y asegurar el futuro de una maltrecha dinastía. Sus cálculos pasaban por que el joven Luis XV muriera y los hijos bastardos de Luis XIV lo sucedieran en el trono. Esto iba en flagrante contravención de la tradicional regla de sucesión al trono de Francia. Este hecho resultó motivado también por la insistencia de la segunda esposa de Luis XIV, Madame de Maintenon, quien había criado a los dos niños y los tenía en gran estima (otros hijos bastardos del rey, que no fueron criados por Madame de Maintenon, no fueron legitimados). Este deseo buscaba realzar las posiciones de Toulouse, y especialmente las del hijo mayor, Maine, a expensas del hombre que se esperaba, por derecho tradicional, fuera regente y gobernara Francia hasta que Luis XV alcanzara la mayoría de edad, Felipe de Orleans, hijo del hermano menor de Luis XIV. La voluntad del rey estipulaba que hasta que el nuevo rey alcanzase la adultez, la nación sería conducida por un consejo real formado por 14 miembros. Felipe de Orleans fue nombrado presidente del consejo, pero todas las decisiones fueron tomadas por mayoría de votos; la composición del consejo, que incluía Maine, Toulouse y varios miembros de la administración de Luis XIV fue tal que Orleans era normalmente rechazado.
El contenido de esta voluntad se reveló, y varias facciones comenzaron a alinearse tras Maine, Toulouse y Maintenon por un lado, y por otro Orleans. Esta última tuvo el apoyo de muchos entre la antigua nobleza de espadas (noblesse d'épée), descendiendo de caballeros medievales en oposición a los noblesse de robe, la nueva aristocracia de nobles recién nombrados, abogados y funcionarios. Luis XIV había excluido habitualmente la noblesse d'épée del gobierno en favor de los plebeyos de la burguesía, que solían entrar en la noblesse de robe y a los que podía controlar más fácilmente. Así, en la noblesse d'épée anhelaban un cambio en la política que les favoreciese y estaban disgustados con la legitimación de los «bastardos reales» Maine y Toulouse, los cuales eran considerados como una afrenta a las reglas de herencia tradicionales.
André de Fleury
De acuerdo con el décimo codicilo del testamento de Luis XIV, el duque de Orléans nombró como preceptor del pequeño Luis, a André Hercule de Fleury, quien se mantuvo al lado del monarca hasta 1726. cuando el duque de Borbón murió y fue reemplazado por el ahora nombrado Cardenal. El mismo, llevó a cabo una política eficiente en el interior. Con él se restablecieron las finanzas, parte del problema de los jansenistas y aumentó el comercio. Trató de no llevar adelante la guerra, y debido a la paz que quería el gobierno inglés, estas dos naciones no se enfrentaron hasta 1740. No pudo evitar involucrarse en la Guerra de Sucesión Polaca, que concluyó con la victoria franco-española mayoritariamente. No lograron decidir sobre Polonia, pero obtuvieron el ducado de Lorena y el reino de Nápoles respectivamente. Aquel fue un logro exterior marcado para Luis XV, quien vivió su época más feliz durante la dirección del anciano cardenal. Desgraciadamente, la intromisión en la guerra de Sucesión Austriaca en apoyo de Prusia, así como en intenciones de desbandar definitivamente el imperio Habsburgo, le costaría un golpe que los franceses, no recordarían con buen sabor.
Madame de Pompadour
Para 1743, el cardenal Fleury murió y fue entonces cuando pareció que Luis XV asumiría personalmente el gobierno de su reino. Pero, ciertamente, esto estuvo lejos de ser verdad. En 1740, se celebró un baile de máscaras por el matrimonio del hijo de Luis XV; en este, el rey conoció a una burguesa, supuesta hija de un decorador del palacio, de nombre Jeane-Antoinette Poisson, la cual luego fue instalada en Versalles. Luis la nombró Marquise de Pompadour y la separó legalmente de su marido; fue incluso presentada en la Corte, para el 14 de septiembre. Recibió incluso el título de duquesa, con derecho a sentarse junto a la Reina, pero por razones desconocidas, jamás lo utilizó.
A pesar de que para 1745 ésta ya había dejado de frecuentar la Cámara del Rey, nunca dejó de ser tratada como la favorita. Inspiró a Luis para que solo frecuentara muchachitas jóvenes, a las cuales nunca hacía perdurar demasiado. Durante este periodo, el gusto por el arte se agudizó y el estilo rococó llegó a ponerse de moda en toda Europa. Se dio origen a un nuevo palacete, que luego fue llamado el Petit Trianon; se reconoció al país como el centro estético y aristocrático de Europa.
Sin embargo, en política exterior los fracasos fueron inevitables. La guerra de Sucesión Austriaca no arrojó ningún resultado positivo, más aún, acabó como había comenzado, más allá de la tremenda irregularidad fiscal que había gestado. La crisis interna se agudizó gracias a la oposición del Parlamento a las políticas religiosas de Luis, quien beneficiaba a los jesuitas y las bulas papales, como la de Unigenitus. El tremendo legado que había dejado la guerra, inevitablemente, en hambrunas, pestes y muertes, contribuyeron a la impopularidad del monarca.
Pero nada de eso se compararía con el resultado que obtendría Francia, luego de siete años de una guerra mucho peor, a la que también había llevado aquella cortesana favorita. París no dejaba de reunirse para humillarla y escribir chascarrillos obscenos sobre su persona. Las medidas diplomáticas tomadas entonces no sirvieron para nada, de cara a las grandes derrotas. La flota francesa fue aniquilada en los mares, el desinterés llevó a que ni Luis ni sus ministros se preocupasen por sus colonias. La pérdida de las mismas fue inevitable, pero ni siquiera en el continente los triunfos fueron siquiera visibles. La invasión de Hannover no significó en lo más mínimo un triunfo. Al fin de la guerra, Francia se había quedado con un saldo de 200.000 soldados muertos, y con una flota totalmente destruida. Su lugar como potencia se vio amenazado, y comenzó entonces un déficit fiscal que no se regularía en casi un siglo.
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