carta natal
tránsitos del día que abandonó Iran (Persia) para siempre
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tránsitos del día de su muerte
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http://www.youtube.com/watch?v=LIWjf221OKs
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Soraya Esfandiary
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Soraya Esfandiary o S.A.I. la Princesa Soraya del Irán (UniPers: Sorayâ Asfandiyâri, Isfahán, 22 de junio de 1932 - París, 26 de octubre de 2001), hija de Khalil Esfandiary, el noble del tribu bajtiari de Irán del sur y Embajador de Irán ante la República Federal de Alemania, y su esposa alemana, Eva Karl. Fue la segunda esposa de Mohammad Reza Pahlevi (Teherán, 26 de octubre de 1919 - El Cairo, 27 de julio de 1980), último Sha o emperador de Irán. Según la madre del último emperador de Irán, fue una mujer muy bella, inteligente y culta que haya conocido en su vida.
Se casaron en 1951 y se divorciaron en 1958 ante la infertilidad de la reina. Se le otorgó el tratamiento y título nobiliario de «S.A.I. la Princesa Soraya del Irán», tras su divorcio.
Primero se estableció en Roma, Italia en su exilio. La Princesa Soraya intentó una breve carrera como actriz, protagonizando en 1965 la película Las tres caras de una mujer, con cuyo director, Franco Indovina (1932-1972), mantuvo una relación sentimental. Tras la muerte de Indovina en un accidente de aviación, la princesa se convirtió en un personaje asiduo de la prensa del corazón que la denominó «la princesa de los ojos tristes». A raíz de ese fallecimiento de su amigo especial, dejó para siempre Italia para radicarse en Francia.
Poco tiempo antes de su muerte, Soraya pudo al fin revelar el secreto en sus memorias privadas: ella no fue infértil como tal ha sido señalada por los médicos cercanos al Sha, sino que ellos inescrupulosamente manipularon los exámenes médicos de ella para convencer al Sha sobre la supuesta infertilidad de Soraya, perjudicada por la mentira creíble montada por aquellos galenos y de ahí vino el inesperado divorcio.
La Princesa Soraya de Irán murió en su apartamento en París, con 69 años. Está enterrada en Westfriedhof, un cementerio de Múnich, Alemania, junto a su familia. En 2002, su tumba fue profanada por los radicales musulmanes con pintadas acusándola de «parásito social».
http://www.elmundo.es/2001/10/26/opinion/1064501.html
La princesa triste que no tuvo primaveras
JAIME PEÑAFIEL
uvo todo lo que una mujer puede aspirar a tener: juventud, riqueza, belleza y un matrimonio feliz, mientras duró, con uno de los hombres, en su momento, más ricos y poderosos de la tierra, el Sha de Persia, que la convirtió en su esposa el 12 de febrero de 1950 y en emperatriz sin coronar en espera de que le diera el heredero al Trono del Pavo Real. Soraya, que nunca llegó a tener aquel hijo varón, falleció ayer en París a los 69 años, por causas naturales.
La desgracia siempre fue su sino porque, aunque el compromiso se anunció para el 27 de diciembre, enfermó con una fiebre muy alta. A la mañana siguiente, lo que en principio no había parecido más que un normal enfriamiento, fue diagnosticado como fiebres tifoideas. El Sha llevó inmediatamente a su prometida al hospital y llamó a consulta a varios de los mejores médicos, no solamente de Teherán, sino de Europa.
Era tal el amor de Reza Pahlevi divorciado de su primera esposa, Fawzia, en 1948 por la bellísima Soraya, que todos los días abandonaba su despacho durante varias horas para acudir al hospital a sentarse a la cabecera de la cama de su prometida. El veía que su estado se iba deteriorando por momentos. Ella deliraba durante casi todo el tiempo y su vida parecía estar en grave peligro hasta que el médico personal del Sha recordó haber leído algo sobre un nuevo medicamento llamado aureomicina. Una partida del medicamento se envió a Irán por avión especial desde EEUU.La vida de Soraya se salvó milagrosamente, recuerda la princesa Ashraf Pahlevi, la hermana gemela del Sha de Irán.
El 12 de febrero, día de la boda, fue un día muy frío. La ciudad apareció cubierta de una espesa capa de nieve. El traje de novia de Soraya, una creación de Dior, de lamé de plata y brocado, con una espléndida cola, pesaba 17 kilos y la pobre muchacha casi se desploma antes de llegar al Palacio de Mármol. Ashraf recuerda que la ceremonia fue sencilla, celebrada según la antigua tradición persa.
Soraya Esfandiary nunca fue la cenicienta del cuento. Su padre, Khalil, era miembro de la influyente tribu Bakhtiyari que residía en las regiones centrales y del sur de Irán. En 1924 contrajo matrimonio con una mujer alemana, Eva Karl, del que nació en 1932 Soraya. Cuando tenía 15 años sus padres se trasladaron a Suiza y fue enviada a un internado en Lausana. Cuando tenía 18 años era una belleza de cabellos oscuros y alta estatura, con ojos verdes almendrados, una joven muy completa que hablaba alemán, francés, inglés, ruso y persa.
Su incapacidad para ser madre obligó a Mohamed Reza Phalevi, y después de un dramático peregrinaje por las consultas de los mejores ginecólogos de Europa y América, a repudiarla. Una tarde, en marzo de 1958 y después de una dramática despedida a solas, Soraya tomaba el avión de Teherán a Ginebra y anunciaba oficialmente su separación. El mismo día y a la misma hora en la que otra bellísima mujer, Grace de Mónaco, convertida, como Soraya, en soberana, daba lo que ella no había podido dar: el hijo varón.
Desde ese día, Soraya Esfandiary, la ex emperatriz que nunca fue el Sha le concedió el título de princesa real comenzó a pasear su tragedia, la mayor que una mujer pueda sufrir, por medio mundo, mientras que su ex esposo, el Sha, buscaba, desesperadamente, con la misma desesperación que había buscado un hijo, a la mujer que se lo pudiera dar.
Y la encontró en una estudiante, también iraní, como Soraya, y becaria de Arquitectura en París.
Yo conocí a Soraya en la isla de Ibiza, concretamente en San Antonio, donde se refugió después de ser repudiada. ¡Qué dura y cruel palabra la de repudio! Nunca pude olvidar aquellos ojos verdes por los que asomaba toda la tragedia de una mujer abandonada cuando más la amaban.
La belleza envuelta por el halo de su tragedia convirtió a Soraya en objeto de deseo de importantes hombres de la época. El director de cine italiano Franco Indovina, supo conquistar a tan triste corazón haciéndola olvidar, si es que un público repudio tiene pública reparación, con otro amor, su incapacidad para ser madre.Pero cuando parecía haber conseguido superar tan dolorosa humillación, la tragedia volvió a golpearla de una forma cruel e inmisericorde, como si su sino fuera tan sólo sufrir. Un accidente de aviación le arrebató a quien iba a convertirla en esposa. Creyó volverse loca y en medio de su locura deseó morir. Se llegó a publicar que intentó suicidarse.
Desde ese día, no fue necesario preguntar por qué estaba triste la princesa, que intentaba aturdirse convirtiéndose en una jet seater que se dejaba admirar con la morbosidad que inspira tanta tragedia en mujer tan bella. Y se la veía ya en Marbella los veranos, en París o Nueva York los otoños y en St. Moritz los inviernos. En su desgraciada vida nunca hubo primaveras.
Farah, su sucesora, siempre sintió por ella una especial simpatía.El Sha, que nunca, jamás, volvió a verla desde aquella tarde de primavera de 1958, me consta, nunca la olvidó. El pésame de Soraya fue el primero en llegar a la emperatriz viuda el día que el Sha, el depuesto emperador, murió en El Cairo.
Soraya Esfandiary, ex esposa del Sha de Persia, nació en Teherán el 22 de junio de 1932 y falleció en París el 25 de octubre de 2001.
a princesa Soraya, segunda esposa del sha de Irán, Reza Palevi, falleció ayer a los 69 años en su casa de París. Soraya Esfandiary había nacido en la legendaria Ispahan el 22 de junio de 1932. Su mestizaje le dejó la impronta de su seductora belleza: hija de madre alemana, Eva Karl, y padre oriundo de la tribu de los bajtiaris (poderosos señores que entonces controlaban gran parte del petróleo de Irán), el príncipe Jalil.
Soraya contrajo matrimonio en 1951 con el sha. Seis años después, al no tener descendencia, fue repudiada por el monarca. Entonces vino un año oscuro en oscuros y sellados salones imperiales hasta que se le permitió abandonar el país para siempre hacia un exilio dorado: París y el resto del mundo occidental, que conocía a la perfección.
El sha conoció a Soraya tal como Enrique VIII a algunas de sus mujeres: a través de un retrato. Soraya tenía 19 años y fue elegida en una fotografía donde el centro de atención ya eran sus ojos, aunque entonces todavía no había alcanzado el apelativo con que la bautizó la prensa rosa de todo el mundo: 'la princesa de los ojos tristes'. Pero tristeza poca. Soraya, una vez repudiada, fue cortejada por magnates millonarios, actores de cine y aristócratas con pedigrí. El primero en pretenderla, una vez destronada, fue otro rey exiliado: Faruk de Egipto.
Asidua de las fiestas veraniegas de la Costa Azul y Mónaco, a partir de los años sesenta comenzó a visitar Mallorca y Marbella. Ya en julio de 1978 se publicaba que pagaba un millón de pesetas por un mes de alquiler en un exclusivo chalé y que se la podía ver noche tras noche en las discotecas habituales de la jet. Antes había intentado carrera en el cine. Dino de Laurentiis produjo Tres caras de mujer, que fue un fracaso. Se cuenta que el sha ordenó a sus servicios no tan secretos que destruyeran todas las copias del filme.
La vida de Soraya se convirtió desde su temprana juventud en un cuento a veces de hadas, a veces de misterio. Viajó al exilio de Roma con el sha en 1954, y volvieron a Irán un año después. El regreso no fue exactamente triunfante. En palacio, y fuera de él, las cosas no iban bien. Cuando llegó a la sede imperial de Teherán, Soraya volvió a cambiar la decoración, pero ya había rumores sobre la ausencia de heredero. Un consejo de sabios dictaminó que, o aceptaba una segunda esposa fértil o debía irse. Y la echaron.
Su leyenda era también la de sus joyas. Cuando en 1979 Jomeini publica una lista de condenados a muerte en rebeldía encabezada por el sha y su siguiente esposa, Farah Diba, Soraya no aparece inscrita. Se rumoreó que, a cambio, la princesa de los ojos tristes había devuelto a Irán sus famosas gemas. En sus memorias, El palacio de las soledades, elude elegantemente el tema. No así al referirse a su dolor por la pérdida del único amante que reconoció, el cineasta Franco Indovina, muerto en un accidente aéreo. Ayer, la mujer de la limpieza la encontró ya inerte y sola.
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