miércoles, 20 de mayo de 2009

MADAME DE SEVIGNE









Hija de un gentilhombre borgoñés y descendiente de una familia de financieros, quedó huérfana en su niñez. Juana Francisca Frémyot de Chantal cofundadora junto con Francisco de Sales de la Orden de la Visitación, la confió a su familia materna que le facilitó una buena educación. A los dieciocho años, el 4 de agosto de 1644 se casó con Henri de Sévigné. Tuvieron dos hijos:

El 4 de febrero de 1651, Henri de Sévigné se batió en duelo con el caballero de Albret a causa de su amante Mme. de Gondran. Henri de Sévigné murió al día siguiente. Madame de Sévigné pudo, de este modo, hacer y llevar la vida que ella quería. Frecuentó los salones, en especial el de Fouquet, queriendo experimentar “todos los placeres” como escribiría su primo Bussy-Rabutin. En 1657 Madeleine de Scudéry escribió su obra Clélie en la que, con el nombre de Clarinte, aparecía representada la marquesa de Sévigné. Ésta pasaba temporadas en su residencia de París alternándolas con estancias en su casa bretona de Vitré, en el castillo de Rochers-Sévigné que había heredado de su marido.

El 27 de enero de 1669, su hija se casó con François de Grignan, descendiente de una importante familia de Provenza; en noviembre, François fue nombrado lugarteniente general en Provenza, cargo que le obligaba a residir en esta provincia. El alejamiento de su hija, a la que amaba profundamente fue, para la marquesa de Sévigné, la peor prueba de su vida. El 6 de febrero de 1671, Madame de Sévigné envió, por primera vez, una carta a su hija. Este fue el comienzo de una larga correspondencia que duró hasta su muerte ocurrida en 1696. Madame de Sévigné fue enterrada en el panteón familiar.

En 1793, unos revolucionarios que buscaban plomo para sus armas, abrieron su ataúd. Su cráneo fue abierto para que lo analizara un especialista de la época. Una duda quedó pendiente acerca de la veracidad de esta historia, y la presencia de sus restos en el ataúd. Duda que fue disipada cuando se realizaron los trabajos de restauración de la colegiata de Grignan en mayo de 2005, la apertura del ataúd permitió encontrar el cráneo sin ningún desperfecto.

2. Obra

Las cartas de Madame de Sévigné fueron editadas, clandestinamente, en 1725, la edición contenía 28 cartas o extractos de las mismas. En 1726 se editaron otras dos recopilaciones, Pauline de Simiane, nieta de la interesada decidió, entonces, publicar, oficialmente, las cartas de su abuela. Confió este cometido a un editor de Aix-en-Provence, Denis Marius Perrin. Fueron publicadas 614 cartas en 1734-1737, y después se publicaron 722 cartas en 1754. Las cartas fueron seleccionadas, siguiendo las instrucciones dadas por Mme. de Simiane: se eliminaron las que afectaban muy de cerca a la familia, o aquellas cuyo nivel literario no parecía adecuado. Las cartas restantes fueron objeto de distintas correcciones siguiendo el gusto de la época.

La cuestión de su autenticidad queda, por tanto, en entredicho. De las 1120 cartas conocidas, sólo un 15% son autógrafas y fueron destruidas después de su publicación. Sin embargo, en 1873, un lote de copias manuscritas, fueron encontradas en la tienda de un anticuario. Son, aproximadamente, la mitad de las cartas dirigidas a su hija.


http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/20185/Madame_de_Sevigne-_Cartas_a_la_hija/



Ahora que han pasado cuatro largos siglos desde que la marquesa de Sévigné escribiera las cartas a su hija Françoise-Marguerite, condesa de Grignan, podemos penetrar con una visión totalizadora en este abigarrado epistolario (reedición del publicado por Muchnick, en 1996), considerado una de las obras maestras literarias del XVII francés. Los lectores del siglo posterior -el siglo de las luces en Francia- reconocían el genio de la Sévigné por su preciosismo y por la vívida recreación de la vida cortesana. Se la leía con avidez por su gracia y ligereza al relatar los cotilleos mundanos de la corte de Luis XIV. Voltaire consideraba que era la primera persona en su siglo “en cuanto al estilo epistolar, y sobre todo para contar bagatelas con gracia”.

Con el paso del tiempo, a partir de autores como Marcel Proust o Saint Beuve, la fama de la marquesa como narradora mundana del Grand Siècle fue progresivamente transformándose. Proust aconseja no dejarse engañar por su incomparable pintura de la época, y recuerda cómo su abuela, gran lectora de Sévigné, le enseñaba a observar otros valores más profundos. El modo de manifestar el afecto a los suyos y el amor de la marquesa por la naturaleza eran para Proust lo más admirable de sus textos. El crítico del XIX Saint Beuve, en sus Retratos de mujeres afirma que no debe juzgarse a Madame de Sévigné como frívola o poco sensible. Para él, Madame era seria e incluso sombría, sobre todo en las ocasiones en que se retiraba al campo. En realidad, pese a que en sus textos se mezcla la vida de los salones con las preocupaciones religiosas o afectivas, bajo su torrente de palabras pesa siempre en ella la amargura por la separación de su hija y la angustia por la fugacidad del tiempo.
Para la mirada contemporánea, el rasgo más curioso de este epistolario es el afecto casi obsesivo que Madame de Sévigné profesa a su hija y que sabe expresar de mil maneras. Habría que coincidir con Roger Duchêne, en que las cartas son una letanía de modos diferentes para decir “os amo”, pero ese cariño, a veces agobiante, como intuye el lector en los momentos críticos de la relación madre-hija, está teñido de la melancolía de la separación y del miedo a no ser del todo comprendida. Cuando leemos hoy a Sévigné, en los tiempos de la psicologización, la visión de ese amor exacerbado se nos presenta como abrumador.

Cerca de un millar de cartas escribió Madame a su hija (jamás pensó que serían publicadas tras su muerte) y la inauguración del epistolario se produce en febrero de 1671, después de la partida de la Marquesa de Grignan a Provenza, donde su esposo ocupaba el cargo de lugarteniente general del Rey. La ligereza de los salones, sí; pero también la descripción del desgarramiento afectivo, he aquí uno de los mayores logros de esta correspondencia, torrencial en efusiones. “En vano busco a mi querida hija […] y cada paso que da la aleja más de mí. Me fui pues a Sainte-Marie, sin dejar de llorar, sin dejar de morir: me parecía que me arrancaban el corazón y el alma”, escribirá en la primera carta de la serie.

Es de justicia señalar el excelente trabajo de la traductora Laura Freixas, que ha añadido una pertinente introducción, cronología, y numerosos textos explicativos al inicio de algunas de las cartas para hacer comprensible, bien el contexto familiar, bien el entramado político de la época. El conjunto es un rico fresco del tiempo de Madame de Sévigné, con las mayúsculas de los datos históricos y las minúsculas de la vida íntima.

Lourdes VENTURA


MADAME DE SéVIGNé
La marquesa de Sévigné, de soltera Marie de Rabutin-Chantal, nace en Paris en 1626, de familia noble y acomodada. A los 18 años se casa con Henri de Sévigné, con quién tendrá a su hija Françoise-Marguerite y a su hijo Charles. Su marido morirá en duelo, batiéndose por una amante, y la marquesa quedará viuda a los 25 años. Mujer inteligente y cultivada, amiga de Madame de la Fayette y de Madame de Maintenon (la favorita, y más tarde esposa morganática de Luis XIV), frecuentará la corte y a las gentes de letras y dedicará, una vez casada su hija, todo su talento a escribir cartas, tanto a su hija, como a muchos de sus contemporáneos.

3 comentarios:

Annick dijo...

Autenticas o no , las cartas de Mme de Sévigné me recuerda mucha mi infancia , pues las leiamos en la escuela.
Son como cronicas de su tiempo , que nos hacen participar de la vida politica , mundana y literaria.

Saludos desde Malaga.

isthar dijo...

Hola Annick cómo estás???
gracias por tu visita, realmente es un personaje interesante,sus escritos fluidos y un don especial para recrear, hechos de su época, es asi como tu dices.
Besos Isthar

El Bosque Olvidado dijo...

Señora, he leído con sumo interés vuestra exposición sobre Madame de Sevigné.
¿Era ella hija de Santa Juana de Chantal?
Yo lo ignoraba.
De serasí, es justificado ese abrumador amor por su hija, ya queleyendo labiografíade SAnta Juanasupequesus hijos sufrieron mucho cuando ella abandonó todo para entrar en religión.
Un abrazo
Doña Guiomar