sábado, 11 de abril de 2009

STEPHAN ZWEIG

con su esposa










click al gráfico para ampliar
tránsitos del dia de su muerte





http://www.tierradenadie.de/archivo8/zweig/sz_bio_esp_1.htm

Biografía

Nacido en Viena en 1881, Stephan Zweig fue poeta, traductor, editor, pacifista, humanista y europeo. Emigró a Suiza durante la primera guerra mundial, de 1917 a 1918, y fue uno de los autores más traducidos antes de la Segunda Guerra Mundial. En 1934 emigra a Londres, en 1941 se exilia a Brasil donde, junto a su mujer, se suicida el 23 de febrero de 1942.
Hoy, todavía conocido por algunos de sus relatos, Stefan Zweig ha caido practicamente en el olvido en su faceta de personaje fundamental del exilio. En España recientemente han aparecido nuevas traducciones de sus obras más importantes.

"Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso -la monarquía de los Habsburgos-, pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que huir como un criminal antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de provincia alemana. En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas", escribió Stefan Zweig en su autobiografía El mundo de ayer.


Un mundo seguro

Europa fue el tema central en la vida de Stefan Zweig. Nació en el seno de una acaudalada familia de fabricantes judios en la cual se le concedía la misma importancia a los principios tradicionales de la economía como a la emancipación intelectual y espiritual. Stefan Zweig sintió la fascinación y la pasión por la literatura ya de nino en la escuela, pero a pesar de la facilidad con la que aparentemente cumplía con sus obligaciones en el bachillerato, el autoritarismo imperante en las escuelas supone para el joven un continuo sufrimiento. No es extrano que acabado el bachillerato tenga poco interés en la vida universitaria e invierta por ello sólo el tiempo y el esfuerzo necesario para satisfacer los deseos de su padre y conseguir el título de Doctor en Lengua y Literaturas Románicas en 1904.


Con apenas 20 anos consigue despertar el interés de la importante editorial alemana "Insel-Verlag" que le publica su primera obra poética y poco después aparecen escritos suyos en el suplemento cultural " Feuilleton " del conocido diario vienés "Neue Freie Presse", un diario que también goza de renombre en Alemania. Para Zweig estos primeros éxitos son sólo la espora que le permitirá continuar desarrollándose como escritor e intelectual y con esa intención viaja por Bélgica, Inglaterra, Francia, España, el norte de África, Italia, Canadá, Estados Unidos, Latinoamérica y la India ; en algunos de estos países pasa temporadas de varios meses lo que le permite profundizar en las diversas culturas y en las lenguas. De ese modo aprende Inglés, francés, italiano y español, lo cual le permite tomar parte activa en la vida cultural de los distintos países que visita. Es un activista cultural, siempre esforzándose por ponerse en contacto con escritores que son para él un modelo a seguir y de muchos de esos contactos surgirán después importantes amistades. Stefan Zweig tradujo por primera vez al alemán obras de escritores absolutamente desconocidos en Austria o Alemania, como Emile Verharen y Romain Rolland, premio Nobel de Literatura en 1914. Se veía como intermediario de las distintas culturas y escribía ensayos sobre autores que, como él, transmitian un " pensamiento europeo ". Son cerca de cincuenta las obras de autores contemporáneos principalmente que Stefan Zweig ha traducido, editado o al menos dado a conocer. Desde la editorial "Insel-Verlag", que publicó sus obras hasta 1933, adquiere un importante estatus y una gran influencia en los ambientes culturales, especialmente a través de la colección "Biblotheca mundi" que publicará "Insel-Verlag" siguiendo el consejo del escritor que en parte trabajará también como editor.


"Trabajó durante toda su vida; mantuvo correspondencia con los hombres más destacados del siglo. Impulsó el nacimiento y cuidó al cominezo la selección de una de las series literarias más hermosas en lengua alemana, Insel-Bücher. Descubrió a grandes poetas europeos o los hizo populares. Influyó en la formación del gusto literario occidental y aconsejó a editores de muchos países", escribió sobre él Hermann Kesten, uno de sus amigos del exilio.


Hermann Hesse dijo de Stefan Zweig que era un maestro de la amistad y acaso ése sea el rasgo más característico del autor austriaco, su capacidad y su talento para hacer amigos y para cuidar a sus amigos. Su asombroso intercambio epistolar con los intelectuales más importantes de su época en Europa da el impresionante balance de más de 20.000 cartas privadas.

http://www.fmh.org.ar/revista/19/doscar.htm


Cartas del escritor a su agente en Buenos Aires, en 1933, denunciando la situación política alemana, la persecución a eminentes intelectuales judíos, y la actitud de estos ante el avance nazi.

El epistolario inédito entre Stefan Zweig y Alfredo Cahn*, su representante y traductor al español en Buenos Aires, abarca un amplio período que va desde 1925 hasta la enigmática y breve esquela fechada el 21 de febrero de 1942, un día antes del suicidio del escritor austríaco en Petrópolis. En la temática de las cartas predomina, como es lógico, el intercambio de opiniones acerca de la producción literaria de Zweig, su traducción, edición y comercialización; sin embargo existen momentos en los que la correspondencia da un vuelco hacia lo confidencial y refleja los cambiantes estados de ánimo del autor de Jeremías. A partir de 1940, y después de su segunda visita a Buenos Aires, circunstancia que puede haber acercado más íntimamente a ambos corresponsales, es frecuente que Zweig incorpore a sus cartas dolorosos comentarios acerca de su situación: uno de los motivos recurrentes es el de la penosa peregrinación del exiliado. En medio de las frases depresivas surgen, no obstante, numerosos proyectos de trabajo, prueba de que el escritor sostuvo hasta el final una valiente lucha para sobreponerse al radical pesimismo que lo embargaba al considerar la marcha de la guerra.

El nefasto 1933 representa otro momento en el que Zweig abandona su natural discreción. En la carta del 6 de junio de ese año denuncia la situación política alemana y la actitud de la intelectualidad ante el avance nazi. Manifestaciones como esta no representan la norma del epistolario y son escasas en los años que siguieron, quizás a causa de la censura. Ya aquí apunta una frase que expresa una verdadera regla de conducta frente a la tormenta que se avecinaba: “Hay que recluirse en uno mismo y en el propio trabajo”. Harmut Müller ha escrito de él con acierto:”Su elemento fue la conciliación de las disonancias, la Konzilianz, que sentía como algo típicamente austríaco, y que fue para él mismo un elixir de vida. Los conflictos de opiniones, las querellas intelectuales, (...) la recusación de los derechos del adversario, toda clase de agresividad, y particularmente todo pronunciado partidismo en los conflictos políticos, le fueron esencialmente ajenos”. Zweig equiparaba la política al dogmatismo, y detestaba profundamente ambas cosas. Ardiente pacifista y decidido enemigo de todo lo que representaron los totalitarismos de la época, nunca quiso, sin embargo, desarrollar una acción combativa que fuera más allá de la literatura. Al declinar la invitación a colaborar en la revista de emigrados Die Sammlung que le hiciera su director Klaus Mann, (Zweig había comprobado el carácter manifiestamente político de la publicación), le confesó a éste: “No soy una naturaleza polémica”. Estaba convencido de que, por lo menos para él, sólo había una respuesta a la provocación del nazismo: la producción literaria. Prueba de ello es el proyecto en torno a la figura de Erasmo que expone en esta carta, un personaje, por otra parte, que coincide plenamente con sus ideales humanistas. Su conducta no era un caso aislado: la negativa a participar en la vida política fue, en cierto modo, típica en la conducta de muchos intelectuales burgueses hasta 1933, y aún después. Política y cultura debían estar cuidadosamente separadas.

Su desinterés por la política estaba, sin embargo, en total contradicción con la asombrosa penetración con la que supo ver, desde un principio, la gravedad de los hechos. “¡Qué atroz el despertar de una psicosis semejante!” exclama aquí, contemplando ya premonitoriamente la catástrofe final de Alemania. También de 1933 son los conceptos de una carta que envía a Thomas Mann: “La mentira extiende descaradamente sus alas y la verdad ha sido proscripta; las cloacas están abiertas y los hombres respiran su pestilencia como un perfume”. De un modo mucho más lúcido que muchos de sus amigos y colegas (que se burlaban de él tratándolo de “viejo Jeremías”), Zweig reconoció que Hitler estaba decidido, desde el principio, a una gran guerra. Cuando el 1° de septiembre éste entró en Polonia Zweig escribió en su Diario: “Los viejos sentimientos de Casandra han despertado de nuevo”.

En la otra carta que publicamos, fechada el 21 de marzo de 1933 (Hitler había llegado al poder en enero), en la Zweig se disculpa por no poder viajar a la Argentina, declinando la invitación que le habían hecho (vendrá en 1936), alude, sin nombrarla específicamente, a la persecución de la que son víctimas eminentes intelectuales de raza judía. Él mismo sufriría, un poco más tarde, un registro de su domicilio por una presunta existencia de armas similar al mencionado aquí, hecho que provocó su indignación y contribuyó a su partida de Viena, un alejamiento circunstancial que luego se convirtió en definitivo. Zweig , que aquí se refiere a sí mismo como autor “de una raza extranjera”, aceptó desde la infancia su propio origen, aunque había sido criado en una familia asimilada, sin educación religiosa. Como sucedió con muchos otros intelectuales de su misma raza, el nazismo lo obligó a tomar conciencia de su identidad judía, condición que para él había sido hasta ese momento algo natural. Así lo demuestran las palabras que en 1916 le había escrito a Martin Buber: “[Siento mi judeidad] del mismo modo como siento los latidos de mi corazón cuando pienso en ello, y dejo de sentirlos cuando no pienso.”



Dos cartas inéditas de Stefan Sweig

Introducción y versión castellana de las cartas
por Ana María Cartolano


Salzburgo, 21 de marzo de 1933

Querido señor Cahn:

Le agradezco de todo corazón su bondadosa carta, pero desde lejos usted no ve en qué situación terrible nos encontramos entretanto aquí. Probablemente los movimientos en Alemania han de tener muy pronto su repercusión, y en tales circunstancias para mí sería inimaginable alejarme de casa por largo tiempo; es que ahora incluso debo evitar viajar a Alemania, porque la libertad de uno no está totalmente asegurada. Qué más necesito decirle cuando hoy a Bruno Walter ya no se le permite dar un concierto en Alemania, y se ha hecho un registro en casa de Albert Einstein para averiguar si ocultaba un arsenal. Ahora es preciso estar presente, y por eso he tenido que anular telegráficamente las conferencias que debía dar en Suecia y Noruega en marzo y abril. Pero seguro que en los años venideros, dígale esto a esos señores, iré con el mayor gusto, y ya nos pondremos de acuerdo sobre las condiciones.

(...) Ah, querido señor Cahn, si usted supiera qué tiempos estamos viviendo ahora; probablemente muchas de las tensiones se resolverán a la larga, pero por el momento, para autores “de una raza extranjera” como yo, todo está muy mal en Alemania, y la situación en Austria, en el filo de la navaja.




Cuando llegue esta carta, todavía por vía aérea, quizás muchas cosas ya hayan cambiado.

Un millar de saludos de su
Stefan Zweig



Salzburgo, Kapuzinerberg 5, 6 de junio de 1933

Querido señor Cahn:

Le agradezco mucho su amable carta. La situación alemana lo agobia a uno no tanto por la actitud del gobierno, que solamente cumple con su programa partidario, conocido desde hace mucho tiempo, sino por lo que yo siento como oprimente, la cobarde y temerosa actitud de nuestros camaradas locales, que incluso no están afectados, y entre los cuales no hay uno solo que hasta ahora haya encontrado el coraje de pronunciar una palabra libre y terminante. Furtwängler lo ha hecho, por Bruno Walter y por la música, sin que esta conducta lo haya perjudicado en lo más mínimo. Pero Gerhard Hauptmann y todos los demás callan, y lamentablemente ese silencio puede ser considerado como consenso.

Lo que encuentro más peligroso es que ahora, sistemáticamente, en las escuelas se le enseña a toda la juventud que Alemania siempre ha tenido razón, y que está en su derecho y todas las otras naciones, razas y religiones están equivocadas; que a consecuencia de tal educación escolar y de una prensa cada vez más unificada, la juventud es inducida, absolutamente convencida, a esa “espiritualidad”; que se considere el pacifismo como cobardía y neurastenia, y se elogie la guerra como auténtica virilidad e ideal moral. Y así, realmente entusiasmada y sin duda sincera, con fe constante y ojos azules, toda una generación nueva marcha ahora al encuentro de mesiánicas promesas que, según mi opinión puramente lógica y racional, no pueden cumplirse, porque Alemania vive entre las otras naciones y me resulta imposible imaginarme una hegemonía real del espíritu y el poder.

¡Qué atroz el despertar de una psicosis semejante! Por eso los círculos dirigentes recurren a todo para evitar ese despertar. Se opera con los narcóticos más fuertes, y con desfiles, celebraciones y procesiones espléndidamente escenificadas se crea un “discurso del vencedor”, una exaltación antes de la verdadera batalla, como después de obtener una victoria. Es verdad que diez años en la vida de un pueblo son sólo un suspiro, pero en nuestra vida privada, a la que la guerra y sus consecuencias ya le han arrebatado una buena parte de despreocupada seguridad, es claro que son una carga pesada y probablemente irreparable. Hay que recluirse en uno mismo y en el propio trabajo. Según mi parecer, una real resistencia es tan imposible como fue en 1914, en el momento de la guerra, hablar contra la guerra; en realidad sólo se la pudo establecer medio año después, cuando la primera borrachera se había disipado. Por eso tampoco yo escribiré ahora, y le pido que considere estas palabras como absolutamente confidenciales. Ya llegará la hora de hablar, sólo es necesario esperar el momento preciso.

Estuve en Suiza sólo por aquella conferencia. Mientras sea posible me quedaré aquí, porque en mi fuero interno considero peligroso emigrar, tanto como un llamamiento a otras naciones extranjeras. Los agravios que el gobierno alemán ha hecho, por ejemplo la quema de libros, no los ha hecho en secreto sino públicamente. Ha puesto en discusión sus actos y opiniones del modo más desembozado, por lo tanto es superfluo aludir especialmente a eso.

En este momento estoy trabajando en un libro sobre Erasmo de Rotterdam. Al principio la elección le puede parecer extraña pero es, a semejanza del Jeremías, el intento de representar en un símbolo una actitud moral que hoy está prohibida. Erasmo de Rotterdam fue un apóstol de la humanidad, [un ejemplo de] neutralidad del más alto rango, y fue vencido por su tiempo precisamente como nosotros por el nuestro; y como en el caso de Jeremías, quisiera aquí, en un libro histórico, celebrar la derrota de un pensamiento que sin embargo nunca podrá ser vencido.
(...) Si actualmente no llega allí ningún libro de Alemania, eso tiene una causa suficiente: que no se publica prácticamente nada, inter arma silent musae, la política ha dado muerte a la literatura.

Mil saludos de su
Stefan Zweig

* Alfredo Cahn había nacido en Zurich, Suiza, en 1902, en el seno de una familia judía. Después de una breve estadía en España, emigró a la Argentina en 1924. En nuestro país se desempeñó como traductor y agente literario. Publicó algunos libros de ensayos y numerosos artículos literarios en diarios y revistas especializadas. Durante varios años fue profesor de Literatura Alemana en la Universidad Nacional de Córdoba. Las cartas que publicamos pertenecen a un espitolario inédito que conservaron hasta hace poco los herederos de Alfredo Cahn.
TEXTO COMPLETO EN ESTA DIRECCION
FOTOS

http://www.geocities.com/athens/agora/9308/SZSpanish.html

Bajo examen una colección de periódicos y de revistas a partir de 1942, además, algunas biografías de Stefan Zweig. El suicidio de Stefan y de Lotte se convirtió en la historia oficial, sin embargo, 23 discrepancias fueron encontradas. La colección de los periódicos me fue dada por el prestigioso psicoanalista Jacob Pinheiro Goldberg, en el 28 febrero de 1999.

La fecha cuando los dos esposos fueron encontrados muertos es el 23 febrero de 1942, es decir hace más de 57 años, alrededor seis meses después de la mudanza para Petrópolis. Todo se parece haber sido planeado meticulosamente: el sueldo de los empleados de la casa, un poco de dinero a ser donado, la última declaración legal revisada que daba la destinación a sus posesiones, los últimos escritos listos para publicación, el pago del alquiler, instrucciones en cómo se deben dar sus ropas a sus empleados y a los pobres, incluso el destino de "Bluchy" el perro pequeño fue planeado, permanecería con la señora Margarida Banfield (la propietaria de la casa que sostuvieron bajo renta). Varias cartas de despedida fueron escritas y metidas en envuelves con estampas. Se parece que la preparación para el acontecimiento trágico tomó unos cinco o seis días.



3 de febrero,1942; tiempo: 12:30; causa de la muerte: suicidio por la ingestión de sustancia tóxica; médico que atestiguó: El Dr. Mario M. Pinheiro ".

No hay comentarios: