viernes, 22 de enero de 2010

JEANNE DE SAINT REMY DE VALOIS (3) el caso del collar de diamantes




En efecto, todos tendrían que sufrir las consecuencias de la colosal intriga.
A María Antonieta, la ayudó a desprestigiarse totalmente y a llegar al cadalzo.
Había que admitir lo mismo que ahora, tres posibles explicaciones a las que se podía deber el comportamiento del Cardenal: primera, que negoció la compra del collar, usando el nombre de la reina con el fin de apropiarse de la joya para sus motivos personales; segunda: que la reina ordenó la compra usando al Cardenal como intermediario; tercera: que el Cardenal fue víctima de una aventurera diabólicamente inteligente.
La reina suscribía la primera opción. El conde Beugnot, pensaba que los que trataban de presentar al Cardenal como un idiota, se equivocaban porque sin duda alguna no lo era...
En la Bastilla el príncipe recibía a todo el mundo,en un solo día el 29 de agosto de 1785, más de
30 personas lo visitaron, conferenciaba, mandaba esquelas, escritas con tinta invisible que su médico llevaba y traía. El puente levadizo de la Bastilla se mantuvo bajado todo el día, para facilitar la entrada y salida de dichas visitas. Esto nunca había sucedido. Estuvo muy enfermo supuestamente se había intoxicado con el "cardenalillo'' de las ollas y utensillos que usaban para hacer su comida.
Cagliostro entró en una depresión profunda y sólo pedía que liberaran a su esposa.
Jeanne pasaba de un ataque de nervios,a pataleta tras pataleta, insultaba a todo el mundo, bajo la mirada condescendiente de su supuesto enamorado el conde de Launay, y en otros momentos cantaba y narraba sus picantes anécdotas.
Una comisión ministerial volvió a la Bastilla y le comunicó al cardenal que ya que sus declaraciones se contradecían totalmente con las de Jeanne y que como el rey no podía llegar a una conclusión, le ofrecía, o confiarse a su misericordia como supremo juez, o llevar su caso ante los jueces del Parlamento de Paris.
Jeanne podía ser la malvada que lo había engañado sin compasión, o también podía haber sido el instrumento que usó un poderoso enemigo del cardenal que estaba dispuesto de todas formas a conseguir su ruina.
En ambos casos el cardenal podría verse enfrentado también al patíbulo, entonces se decidió por aceptar entregar su caso a los jueces del Parlamento.
Cuanto más débil es un monarca, más facciosos se tornaban sus parlaments. Aquella asamblea de jueces, eruditos y poderosos, constituian por si mismos un sistema de casta y en el año de 1786 se agarró del caso del collar, para humillar al rey y desprestigiar aún más el poder arbitrario de su Gabinete.
En la época del juicio del collar ya existía la fuerte oposición al trono, y los enemigos de los monarcas esperaban el momento. Esos enemigos estaban muy cerca, junto a los escalones del trono.
En el caso del collar, el crimen radicaba en que M. y Mme. de la Motte, habían tenido la osadía de hacer la representación del bosquecillo, donde la reina de Francia, había dado una cita a medianoche en los jardines al cardenal y que éste había cometido el delito de "creer" que su soberana, la esposa de su señor, se le había concedido dicha cita y aceptado una rosa. Toda la personificación y sus implicaciones era un delito capital.


Así siguieron, hasta que con el sufrimiento general, llegó el espantoso juicio, con interminables careos, publicación de alegatos de defensa de los abogados de los acusados. Digamos que aquello era un circo, mil diferentes escenas, donde Jeanne daba la nota, manteniéndose firme en sus trece, sin retroceder un paso .
En los archivos hay una declaración de Mainguet, uno de los notarios de Jeanne, afirmando que el 28 de julio, del año anterior, ella le había solicitado un préstamo de 35.000 francos, que fueron los que Jeanne entregó al cardenal, dos días después diciéndole que los había recibido de la reina como pago de intereses de la cuenta del collar. También llegaron las declaraciones juradas enviadas desde Bar, por el inspector de policía Surbois, con las declaraciones de Filleux, primo de Jeanne citando propiedades, muebles ,enceres, valorados en 15.000 francos, y seis cajas desenterradas, valoradas en 30.000 francos. Todo producto del fraude.
En noviembre M. Doillot su abogado le dio la noticia que su hermano el barón de Valois había muerto en la India y allí fue enterrado, que la fragata que estaba a su mando se hizo a la mar después del funeral. Había alcanzado el rango de subteniente cuando murió de súbito en 1785. Era una persona intachable, entregado a su deber y querido por su tripulación. Había ganado antes de los 30 años la propia condecoración del Rey, de la Cruz Real de San Luis. La noticia dejó devastada a Jeanne que sufrió severas convulsiones y fue atendidas por los médicos .
La familia Rohan se unió para salvar al cardenal desplegando su inmenso poderío.
Primero el alegato de Jeanne pasó a primer lugar en el interés público.
En aquella época, los acusados debían presentarse solos ante los jueces, sin la ayuda de un abogado, los testigos también.
Pasó un buen tiempo entre los careos y la presentación de muchos testigos, todos estaban exhaustos.
El público podía adquirir la publicación de los alegatos, que los vendían en las esquinas, el de Jeanne se agotó casi de inmediato.
El veredicto fue el siguiente: Mme.Jeanne de Valois pérdida absoluta de todos sus bienes, sería marcada con hierro, en el hombro, con una V de ladrona y vapuleo. El cardenal fue absuelto por unanimidad.
La "condenada" más afectada que no estaba presente, fue María Antonieta reina de Francia.
El veredicto firmado por los jueces : uno secreto del que Louis XVI, no tenía conocimiento, decía que ellos no podían culpar al cardenal, porque dada la fama de frívola, de los distintos y variados favoritos que tenía la reina, hombres y mujeres, de pésima moral, ni ellos ni el cardenal, ni nadie habían dudado de que la reina se hubiera prestado al engaño del Bosquecillo de Venus y a todo lo demás y que dado el gusto de la reina por las burlas y ese tipo de cosas resolvieron absolver totalmente al cardenal. Automáticamente la culpable fue la reina. Terrible castigo y más si en realidad fuera inocente .
Al fin amaneció aquél funesto día, el 21 de junio de 1785, a las 5h.am M. Doillot solicitó la presencia de Jeanne en el Salon de los Expedientes,le dijo que no era necesario que se vistiese...
En el palacio de Justicia era donde tenían lugar tales ejecuciones. Había público a pesar de la temprana hora 6h am, corresponsales extranjeros, los periodistas de París, todos para describir el horrible espectáculo y los periódicos de Amsterdam, Leyden y Utrecht publicaron relatos de los testigos presenciales.
Terrible espectáculo aquel donde una mujer desvalida, era torturada de aquella forma brutal.
Y la marca del hierro al rojo vivo, fue a caer en el seno, en lugar del hombro.
Inmediatamente las opiniones cambiaron y Jeanne pasó a ser una víctima del despotismo real.
Después de ejecutada la sentencia,
Alquilaron un carruaje para conducirla a la Salpetrière, estaba en un estado cercano a la muerte.
Jeanne estuvo presa 11 meses, quedó convertida en un esqueleto, según sus propias palabras.
Le asignaron una celda individual y las mismas reclusas trataban de ayudarla, el padre Tillet, le regaló un cuadro de la Magdalena arrepentida, para los pies de la cama y un Cristo para la cabecera. Jeanne quería morir y dormía sobre el piso de piedra.
La lista de visitas rechazadas de la Salpetrière era la lista del Gotha. Príncipes, duquesas, marquesas la favorita de María Antonieta, la princesa de Lamballe, nuera del duque de Pentièvre, nieto de Louis XIV y muchos más concurrían constantemente a visitar a la reclusa pero ella no recibió a nadie. La duquesa de Orleans hizo una cuestación para ayudarla. En un primer momento Jeanne quedó como única culpable, luego el espíritu galo se puso a favor de Jeanne y condenó a los monarcas por haber permitido tan salvaje castigo.
Un día, a fines de 1786 le llega un mensaje pero no pudo saber si era del cardenal(no creo) o de la reina, indicándole que sacara un facsimil de la cerradura y que eligiera un disfráz. Pasó un tiempo prudencial hasta que el 15 de febrero de 1787, un centinela entregó la llave.
Todavía habría de esperar unos meses más.
En Junio, con absoluta facilidad, salió de su celda, atravezó cinco inmensos patios y salió a la calle cerca del río. La acompañaba Angelique, una reclusa acusada de asesinar a su hijo recién nacido. Atravezaron media Francia sin que nadie las detuviera. Después quedó probado que fue la reina y Breteuil, quienes la dejaron en libertad. Como la monarquía y la figura de la reina estaba tan desprestigiada, Breteuil y la reina decidieron dejarla en libertad.
También pudo ser que M. de la Motte desde Londres, presionaba con publicar toda la verdad sobre el collar y las transacciones, si no dejaban en libertad a su esposa.
Afrontando mil y un peligros, llegaron a las canteras de Bar-sur-Aube. La madre de Beugnot, le llevó una suma en francos y monedas de oro, por una cantidad superior a las que Jeanne en el pasado le había dado para sus obras de caridad.
Disfrazadas de hombre y luego de aldeanas, llegaron más allá de Thionville rumbo a Suiza, donde Mme. Schills la recibió en su casa. A los 1 5 días llegó el emisario de M.de la Motte para llevarla a Londres.
Desde su llegada no le faltaron problemas, su ánimo y carácter habían cambiado totalmente y por ej. ante una broma hecha por el antiguo ministro Calonne, su amante del momento, volcó la mesa de juego, le arañó el rostro a su antañon amante y con un puñal se hizo una herida y cayó desmayada.
Jeanne se dedicó a escribir memorias, ''La historia de mi vida" fue directo contra la monarquía en la persona de la reina.

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